Leído entre Cantabria, Cáceres y Cádiz,
con la dedicación que requiere un buen café,
bebiendo cada sorbo que ha midado el lápiz
en tantos reflejos de lo que es usted.
Y no es por lejanía en la edad, sino por respeto,
que decido no tutearle,
señor escribidor de tan profundos versos,
tan sencillos al tiempo, tan elegantes.
Gracias y enhorabuena por regalarse en libro,
por mezclar su arte con el de mi linda Carmen,
por tener la suerte de sentirle amigo
en las redes, en los huesos y en la carne.
Gracias por abrirse camino,
escribiendo, como hacen los grandes,
desoyendo a sanguijuelas de río,
para brindarnos el placer de leerle, Ángel.
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