Las agujas…

…adormecen los músculos, los externos, pero alguno más interno esquiva el somnífero, sigue despierto.
Las agujas dejan una huella que escuece durante un tiempo previsiblemente fugaz, en cambio los dolores internos, presos de otras agujas, siguen agarrados succionando, en perfecta simbiosis con los latidos que necesitan sentir ese dolor, para entender la importancia del pasaje, a la vez que prestan el vaivén de su locura, que se convierte en alimento para el doloroso desvarío.

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